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Compartir tu hogar con un animal de compañía puede ser una experiencia tremendamente positiva para todos los miembros de la familia, especialmente para los más pequeños. Aun así, existen algunas circunstancias en las que no se recomienda acoger a una mascota, sobre todo si padeces enfermedades respiratorias como la Alergia o el Asma.
Aunque muchos creen que el pelo es el principal causante de las alergias provocadas por animales, las partículas de caspa y fragmentos de epitelio desprendidos son los que despiertan mayor respuesta inmune. Estas pequeñas partículas son las que contienen la mayoría de los alérgenos que se generan en las secreciones de las glándulas sebáceas y salivares.
Las partículas de caspa o epitelio caen lentamente y acaban depositándose en el suelo. Ante cualquier pequeño movimiento se genera un flujo de aire que suspende el alérgeno en el ambiente. Por este motivo, los pacientes alérgicos a animales pueden notar los primeros síntomas nada más entrar en sus casas o en lugares en los que ha estado una mascota. El pelo de los animales es menos volátil que la caspa y tiende más a depositarse en el suelo. Por ese motivo, el pelo no causa tantos problemas y no crea reacciones alérgicas tan fácilmente.
Los estudios realizados hasta la actualidad concluyen que no hay diferencias entre los alérgenos producidos por unas razas u otras y que no existen alérgenos específicos de raza.
A pesar de esto, muchos pacientes constatan que notan más síntomas frente a unas razas en comparación a otras. Esto se explicaría ya que algunos animales tienen una mayor secreción sebácea y desprenden más caspa que otros. Por el contrario, los animales más pequeños, al tener menos superficie corporal, y por tanto menos epitelio y caspa, aportan una cantidad menor de alérgenos.
La mayoría de los alérgenos conocidos pertenecen a la familia lipocalinas y a las albúminas. En el caso de las lipocalinas, éstas se comportan como hormonas sexuales. Es decir, en los machos se generan de forma continuada, y en cambio, en las hembras se generan únicamente durante las épocas de celo. En este sentido, para evitar las reacciones alérgicas ligadas a las lipocalinas, se recomienda castrar al animal con tal de reducir su producción.
El tratamiento idóneo para un paciente alérgico a las mascotas sería eliminar por completo el contacto y dejar de convivir con él. Sin embargo, debido a los lazos afectivos creados con el animal, la mayoría de los propietarios no contemplan esta opción.
Con tal de evitar estas situaciones, os ofrecemos una serie de medidas para disminuir la cantidad de alérgenos producidos por el animal y su concentración en el ambiente:
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